El miércoles 13 de agosto, el Ministerio de Economía volvió a chocar con la realidad: sólo logró renovar el 61% de los vencimientos de deuda en pesos, quedando más de $5,7 billones sin refinanciar. Ni con tasas cercanas al 70% anual el capital financiero le creyó al plan de Milei y Caputo. Para hacer frente a este nuevo fracaso, el gobierno cambió reglamentaciones bancarias y anunció una licitación de emergencia para el lunes 18. Están dispuestos a pagar cualquier costo con tal de seguir interviniendo el precio del dólar.
El Banco Central (BCRA) formalizó este jueves un endurecimiento del régimen de encajes (el porcentaje del dinero que los bancos deben tener a disposición de sus clientes) a partir del lunes 18 de agosto. Ahora, los bancos deberán inmovilizar un 50% de sus depósitos (antes era 45%) y parte de ese encaje podrá integrarse con títulos públicos en pesos emitidos por el Tesoro. Además, el cálculo de encajes ya no será un promedio mensual: el BCRA exige el 100% todos los días hábiles, ajustando la soga sobre la liquidez de la entidades financieras. Son medidas cada vez más rebuscadas, el gobierno se va quedando sin opciones para sostener el precio del dólar.
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Si algún banco no cumple, la multa será tres veces la tasa de política monetaria del BCRA (la TAMAR), que ronda el 50 % anual, duplicando el castigo existente hasta esta resolución. Y, como si no fuera suficiente, se reforzaron los controles sobre la posición global neta de moneda extranjera de los bancos, con penalidades mucho más duras si se pasan del límite.
En paralelo, Caputo y su mano derecha en el BCRA, Federico Furiase, apuraron una licitación de emergencia para el lunes 18. El Tesoro ofrecerá títulos ajustados a la TAMAR, con vencimiento el 28 de noviembre con el objetivo de canalizar compulsivamente los pesos de la licitación fallida del miércoles hacia deuda del Estado, evitando que presionen el mercado cambiario. En criollo: sacar pesos de circulación a cualquier costo, aunque eso implique estrangular la economía real.
Hasta el capital financiero desconfía
La reacción del mercado fue inmediata. Los ADRs, es decir, las acciones de las principales empresas argentinas que cotizan en Wall Street, se desplomaron hasta 9,6%. Bancos como Supervielle, Galicia y empresas como Telecom y Edenor lideraron las bajas. El índice S&P Merval cayó 4,4%, la mayor baja en más de un mes, y los bonos en dólares también retrocedieron. El mensaje es claro: ni el capital concentrado confía en el rumbo económico de Caputo.
Detrás de los tecnicismos y las jugadas financieras, lo que se esconde es una transferencia brutal de recursos públicos a los sectores más concentrados.Las tasas de interés a niveles récord frenan la actividad, impulsan el desempleo y asfixian a la producción y el consumo.
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Así, el «equilibrio fiscal» de Milei y Caputo es sólo para los de abajo. Mientras se recorta en jubilaciones, salud, educación y salarios estatales, el Estado paga se endeuda en billones de pesos haciendo crecer la bola de la deuda. Para las grandes patronales, en cambio, hay baja de retenciones, reducción de impuestos y mayores libertades para mover capitales. El chantaje del «no hay plata» se cae a pedazos cuando se mira el gasto en servicios de deuda y el festival de negocios para los especuladores.
Desde el Frente de Izquierda sostienen que la única salida real para la crisis es romper con el FMI, desconocer la deuda ilegítima y fraudulenta y volcar todos los recursos a resolver los problemas urgentes de las mayorías: salud, educación, salarios y vivienda. Pagar la deuda –y hacerlo a costa de frenar la economía, pulverizar el poder de compra y beneficiar a los bancos– sólo perpetúa el saqueo y el ajuste. Lo contrario es organizarse desde abajo, con la fuerza de los trabajadores y sus familias, para pelear por una salida de fondo, no para los especuladores, sino para quienes sufren todos los días la miseria que nos quieren imponer.