Una disertación sobre el impacto de la tecnología, los consumos problemáticos y los desafíos emocionales se realizó la Escuela Normal Profesor Víctor Mercante, promovida por el Ministerio de Coordinación y Planificación de la Provincia, donde el médico psiquiatra Carlos Alberto Rodríguez expuso sobre la híper conectividad y la necesidad de minimizar el uso de pantallas en niños menores y adultos, es decir celulares, tabletas, computadoras y televisores.
El doctor Juan Carlos Rodríguez, en diálogo con el portal de noticias Digital Santo Tomé, sostuvo que la del miércoles pasado fue la jornada culminante de un programa que se llamó: Hiperconectado, enseñar con sentido y prevenir con criterio, que abordó «el impacto de las pantallas digitales en lo niños, en los menores, en los no menores, y también en los adultos; es decir, los efectos que producen las pantallas en las personas, los efectos que les deterioran y les impiden los procesos madurativos. Por lo tanto, lo que quisimos plantear es lo que dicen muchas Sociedades, entre ellas la Sociedad Argentina de Pediatría, que plantea que las pantallas son útiles, son buenas, pero tienen que ser brindadas en forma adecuada, no impidiendo la socialización, no impidiendo el contacto con otros iguales y favoreciendo, sobre todo, el acompañamiento de los padres en este proceso», fundamental para cumplir con esos objetivos de una conducta y estados emocionales sanos. Puntualizó que es un error «darles una pantalla a los chicos para que se queden quietos, porque cuando se quedan quietos se atrofian con el concepto de que yo soy el resultado de la interacción con el medio social, y si no tiene ese contacto social el niño se aísla, se encierra y se termina aceptando como un ser patológico».
En ese contexto, afirmó que «la idea es plantear que sí al uso conveniente; pero hay ciertas enmarcaciones, como que un niño antes de los 3 años no tiene que tener contacto con pantallas. Un niño hasta los 6 años tiene que tener un tiempo mínimo de dos horas en el día, no más para estar frente a una pantalla, aunque se habla inclusive de hasta los 9 años, algunos profesionales de hasta los 18 años. Pero todo esto debe estar regulado, tanto ya para adulto como para niños en forma adecuada, dependiendo de las condiciones de madurez, de interacción, de sociabilidad que el niño tenga, porque si no tiene sociabilidad el niño no crece», aconsejó.
APRENDER A
DECIR QUE NO
Al consultarle cómo evitar el uso indebido con los chicos, sostuvo: «Aprender a decir que no es difícil, sobre todo para los padres, tutor, cuidador, persona encargada de la formación, pero hay que aprender a decir que no, porque uno de los grandes problemas que tiene nuestra cultura es que provenimos de personas que no saben decir que no, porque no les educaron y no nos educaron para decir que no. Sin embargo, el padre y la madre tienen que aprender a decir que no y el fundamento más importante siempre es el mundo afectivo, entonces, decirles ‘no tenés que estar tanto tiempo delante de la pantalla porque te hace mal, porque no es bueno para tu salud, porque no es propio para niños, porque hay que hacer otras actividades’. Pero no que se le saque y se le lleve a la otra actividad, sino estar con ellos en esa actividad, de manera que la educación sea un proceso activo de parte del que educa», explicó.
En ese aspecto, dio a entender que ese es un problema que cada vez se acrecienta más en la sociedad. Manifestó que «lamentablemente la pantalla se transformó en una forma de tener quieto al chico. Cuando una mamá viene del trabajo y tiene que lavar, planchar, cocinar, organizar la casa, lo que hace es sentar al chico con una pantalla para que se quede quieto y ahí el chico hace lo que quiere, y lamentablemente, es una forma malsana de solucionar un problema, pero no es la forma adecuada». De allí es que resaltó que «las pantallas no son malas ni son buenas, simplemente son útiles; pero hay que ver cuándo y cómo, porque no puedo tener a mi hijo durante una hora y media sentado delante de una pantalla mientras yo lavo, cocino, plancho y organizo la casa. Lo que tengo que hacer es llevarlo conmigo, que esté conmigo jugando, hablando, riendo», sugirió.
Base de adicciones
SANTO TOMÉ. Este tipo de charlas sobre el impacto de la tecnología, los consumos problemáticos y los desafíos emocionales se realiza en toda la provincia y es parte del programa Más Vida, que ejecuta del Ministerio de Coordinación y Planificación. En el caso de los riesgos del uso desproporcionado de las denominadas pantallas, particularmente es muy importante porque es considerado la base de las adicciones.
«Muchos cerebros de niños son de cierta manera particulares por el uso excesivo de pantallas, que hace que esos niños luego se vuelvan adictos».