Carlos Fernando Navarro Montoya homenajeó a Hugo Gatti, su ídolo y al que le tocó reemplazar en el arco de Boca en su momento. Además de un sentido mensaje en redes sociales, el Mono habló sobre la influencia del Loco, sus habilidades y anécdotas al competir por la titularidad bajo los tres palos del Xeneize a fines de los ochenta.
El mensaje de Navarro Montoya a Gatti
«Querido Hugo, la eternidad es un lugar que ocupan sólo los que dejan huella como vos. Querido Loco, ídolo de tantos como quien escribe estas líneas agradecidas por iluminar mi niñez, cuando jugaba a ser vos en el arco de Boca. Sos y serás mi ídolo. Te quiero mucho», escribió en su cuenta de X.
Navarro Montoya y Gatti.
Navarro Montoya sobre Gatti: «Era un loco racional»
«Gatti era un loco racional. Sus buzos llamativos, era todo marketing. Fue un innovador. Y futbolísticamente fue un monstruo extraordinario. Era un gran analista del juego, te anticipaba pelotas que para otros eran imposibles. Tenía una capacidad del juego y una visión periférica extraordinarias», dejó en claro en ESPN.
En la temporada 88/89 el Mono le ganó la pulseada al Loco y se adueñó del arco de Boca tras una derrota ante Deportivo Armenio por decisión del Pato Pastoriza, por entonces DT. El Mono tenía claro contra quién competía: «Yo nunca iba a reemplazarlo, hacerlo olvidar era imposible. Era único. Él hizo declaraciones fuertes que me dolieron porque era mi ídolo. Yo lo admiraba y disfrutaba entrenar con él».
El Mono y el Loco con la de Boca.
Navarro Montoya y cómo Gatti revolucionó el puesto del arquero
Finalmente, Navarro Montoya reveló el legado que dejó en la historia del fútbol: «Él me enseñó que el arquero, además de atajar, es el último defensor, pero también es el primer atacante. El saque tiene la razón de ser de dársela a un compañero para generar una situación de peligro. Con un buen saque podés lastimar, y él lo hacía. El arte de atajar es también jugar».
«No va a haber otro Gatti. El Loco tenía razón, fue el número uno de todos. El ego no me va a impedir decir que yo lo copiaba. Me ponía atrás del arco de él para mirar sus movimientos. Hugo tenía una capacidad para manejar los ángulos notable y yo, como todo joven, era impetuoso y volaba de más», agregó.
«Un día me dijo: ‘Monito, los golpes quitan años’. Y era verdad. Fue una de esas enseñanzas que te dejan los grandes maestros; el Loco era un maestro por lo que hacía, no por lo que decía. Cuando competíamos tenía una relación amor-odio, pero ya mirarlo a él era aprender. Es de estos tipos que nos hicieron a nosotros crecer y creer que podíamos lograr lo que ellos eran», concluyó el Mono.
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