(Corresponsalía Buenos Aires) – En las últimas cinco jornadas, el Banco Central bajo la conducción de Luis “Toto” Caputo sacrificó USD 870 millones de sus reservas internacionales en un intento por frenar la escalada de los dólares financieros. A esta cifra, se suman otros USD 800 millones destinados al segmento del dólar oficial, según confirmaron fuentes del mercado.
El cambio de clima comenzó hace dos semanas, cuando señales de tensión en el mercado despertaron los dólares paralelos. La última licitación del año dejó al gobierno sin poder renovar todos los vencimientos, desarmando la pax cambiaria que venían disfrutando el presidente Javier Milei y su equipo económico.
El regreso de una estrategia polémica
La política de intervenir con fuerza en los mercados financieros no es nueva para Caputo, pero su aplicación masiva promete encender tensiones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y figuras clave como Mauricio Claver-Carone, ahora asesor de Donald Trump para América Latina. Claver-Carone criticó duramente estas medidas, calificándolas como “políticas peronistas de refuerzo del peso argentino” que contradicen las promesas de liberalización económica de Milei.
El círculo vicioso del mercado
El contexto es complejo: cuando la suba del dólar supera las tasas en pesos, los inversores desarman posiciones en moneda local y demandan dólares, acentuando la presión alcista. Este fenómeno llevó a la automotriz Toyota a liquidar USD 780 millones en un día, un caso testigo que expone la fragilidad del sistema.
En el segmento financiero, donde las operaciones no están ligadas al comercio exterior, el Banco Central destinó USD 870 millones para intentar estabilizar el mercado. La intervención, realizada a través de compra y venta de bonos, busca contener el MEP y el CCL, aunque con resultados que parecen insuficientes.
Consecuencias y proyecciones
Las maniobras de Caputo para contener el dólar generan dudas sobre la sustentabilidad de esta estrategia a largo plazo. En el mercado, las salidas de fondos de inversión y el desarme de posiciones en bonos del Tesoro alcanzaron los USD 300 millones, acentuando la presión sobre las reservas.
Con un panorama que incluye la devaluación del real brasileño, la falta de un nuevo acuerdo con el FMI y un mercado financiero en ebullición, la capacidad de Caputo para sostener esta política está bajo escrutinio. Mientras tanto, el riesgo de un quiebre cambiario sigue latente, alimentado por el círculo vicioso entre el precio del dólar y la desconfianza en el peso.
La historia parece repetirse, evocando las crisis de administraciones pasadas. Sin embargo, el desenlace de esta etapa está lejos de definirse, mientras el gobierno enfrenta la difícil tarea de equilibrar la estabilidad cambiaria con la presión social y política.